viernes, 12 de junio de 2009

LA FAMILIA VENEZOLANA

Familia: ¿Qué es la Familia?

El termino latino familia, que remite a famulus, designaba a familiares o consanguíneos y servidores o domésticos. En sentido más estricto, hoy se entiende por la comunidad de padres e hijos.

El cristianismo habla de la familia en el sentido más limitado.


Habla de la comunidad de personas que viven juntos y trabajan para satisfacer sus necesidades y alcanzar en común el bien del grupo.


También a la familia se le puede asignar otra acepción como el de la Real Academia Española que dice que la Familia es el grupo de persona emparentadas entre sí que viven juntas bajo la autoridad de una de ellas: la autoridad, cimentada en el amor recíproco de sus miembros.

Dios; al crear al hombre y a la mujer, instituyó a la familia y la doto de su constitución fundamental", las que ya anteriormente se han dicho y aparte de esas causas, está la que es para "la procreación y educación de la prole, ahora bien , según el designio divino esta constituida como intima unidad de vida y amor.

La esencia y el cometido de la familia son definidos en última instancia por el amor. Por esto la familia recibe la misión de custodiar, revelar y comunicar el amor, como reflejo vivo y participación real del amor de Dios por la humanidad y el amor de Cristo el Señor por la Iglesia su esposa.


En resumidas cuentas, la familia es una comunidad supra-personal de hombre, mujer e hijos, una comunidad de valores con plenitud humana, formada de acuerdo con el plan divino del mundo.

La familia, célula primera y vital de la sociedad.

El creador del mundo estableció la sociedad conyugal como origen y fundamento de la sociedad humana; es por ello la célula primera y vital de la sociedad.


La autoridad, la estabilidad y la vida de relación en el seno de la familia constituyen los fundamentos de la libertad, etc. La vida de familia es iniciación a la vida de la sociedad.


De la familia nacen los ciudadanos, y éstos encuentran en ella la primera escuela d esas virtudes sociales, que son el alma de la vida y del desarrollo de la sociedad misma.

Características de la familia venezolana

En líneas generales, la investigación de nuestros núcleos familiares ha establecido que la mayoría de nuestras familias, especialmente las de escasos recursos que representa un alto porcentaje de la población de nuestro país, tiene una estructura “matricentrada” y “matrilineal” (Vethencourt, 1974; Hurtado, 1993; Moreno, 1994) en cuanto el núcleo familiar se centra en la figura materna.

Sin embargo, la categoría “matrilineal” simplifica una gran diversidad de variedades de familia en las que la fuente de autoridad es uno de muchos componentes, siendo en muchos casos la sobrevivencia un sobredeterminante que fractura muchos valores anteriores o deseados.

Este tipo de estructura familiar presenta características que no se ajustan a la industrialización del país y sería la causa principal de las dificultades de integración de vastos sectores de la población a su desarrollo tecnológico.

No obstante, en estas consideraciones no se toman en cuenta las diferencias regionales de nuestros núcleos familiares y la complejidad y diversidad del funcionamiento y la dinámica de la realidad familiar (Platone, 1998).

Por otra parte, en la investigación de la familia existe la dificultad de combinar las nociones psicológicas y sociológicas (Platone, 1983a, 1983b).

La atención a las variables socio-demográficas, basadas en los roles y funciones de los miembros de la familia, reducen de manera considerable la comprensión de los factores que influyen en la evolución del sistema familiar y en su capacidad de respuesta a los cambios históricos del país.

En un sentido metodológico, la tendencia a considerar a los extraños con difidencia y reserva, así como la pobre fluidez verbal de amplios sectores de la población, no permite el uso confiable de las encuestas, los cuestionarios y las entrevistas.

Por otra parte, los instrumentos son recaudos hipotéticos que no captan lo diverso, puesto que tienen el fin de nivelar y/o homogeneizar los datos, produciendo así un sesgo en las conclusiones de las investigaciones.

Por estas limitaciones, algunos investigadores han recurrido a los modelos que se consideran más apropiados para estudiar a las familias en su ambiente natural, tales como la investigación-acción comunitaria (Montero, 1984a); la investigación etnográfica de las comunidades y las escuelas (Esté, 1986, 1994, 1996) y los modelos de base sistémica (Platone, 1983a).

A continuación, desarrollaremos las premisas del estudio de la familia desde la óptica sistémica y las consecuencias que tienen para la orientación del sistema familiar.

El estudio de la familia desde la óptica sistémica

La familia es un sistema en transformación continua por las demandas del medio y por los cambios que se realizan en su estructura y funcionamiento debidos a su ciclo vital (Platone, 1999).

Esta premisa ubica la noción de cambio como una dimensión natural de todo sistema humano y de todo ser vivo, en contraposición con otras teorías que consideran los cambios como procesos que generan resistencias en las personas.

La familia es un sistema activo autorregulado, con una firme jerarquía de autoridad que garantiza funciones complementarias y la interdependencia entre los miembros de acuerdo a las expectativas de cada uno de ellos.

Los problemas de la familia deben tratarse dentro del contexto de las relaciones que se establecen entre los miembros.

Se destacan aquí la importancia de comprender la estructura de la familia y sus pautas de funcionamiento ante cualquier tipo de intervención.

La familia es un sistema abierto en interacción con otros sistemas (comunidad, trabajo, escuela, grupo de pares, organizaciones sociales, etc.).

Esta premisa enfatiza las nociones de interacción y de coherencia para garantizar un ajuste funcional del sistema con los demás sistemas sociales y para que la familia incremente las destrezas sociales de sus miembros.

Si bien estas premisas son extensivas a la óptica sistémica en el estudio de la familia, existen diversos modelos de intervención, los cuales destacan la importancia de algunas dimensiones del sistema familiar con respecto a otras.

El valor de la familia.

Descubrir la raíz que hace a la familia el lugar ideal para forjar los valores, es una metas alcanzable y necesaria para lograr un modo de vida más humano, que posteriormente se trasmitirá naturalmente a la sociedad entera.

El valor de la familia va más allá de los encuentros habituales e ineludibles, los momentos de alegría y la solución a los problemas que cotidianamente se enfrentan.


El valor nace y se desarrolla cuando cada uno de los miembros asume con responsabilidad y alegrías el papel que le ha tocado desempeñar en la familia, procurando el bienestar, desarrollo y felicidad de los demás.

Es necesario reflexionar que el valor de la familia se basa fundamentalmente en la presencia física, mental y espiritual de las personas en el hogar, con disponibilidad al diálogo y a la convivencia, haciendo un esfuerzo por cultivar los valores en la persona misma, y así estar en condiciones de trasmitirlos y enseñarlos.

Lo primero que debemos resolver en una familia es el egoísmo a la hora de vivir en esa pequeña comunidad. Puesto ¿quién tendrá la iniciativa de servir a los demás? Cuando en una familia impera el egoísmo.


No se puede pretender que los hijos entiendan que deben ayudar, conversar y compartir tiempo con los demás, cuando los mismos padres no le dan testimonio de esto.

Es importante recalcar que los valores se viven en casa y se trasmiten a los demás como forma natural de vida, es decir, dando ejemplo como de ha dicho anteriormente.


Para esto es fundamental la acción de los padres, pero los pequeños y jóvenes con ese sentido común tan característico pueden dar verdaderas lecciones de cómo vivirlos en los más mínimos detalles.

Por otra parte, muchas son las familias que han encontrado en la religión y en las practicas de piedad, una guía y soporte para elevar su calidad de vida, ahí se forma la conciencia para vivir los valores humanos de cara a Dios y en servicio de los semejantes.


Por lo tanto, en la fe se encuentra un motivo más elevado para formar, cuidar, y proteger a la familia.

Pensemos que todo nuestro alrededor cambiaría y las relaciones serían más cordiales si los seres humanos nos preocupáramos por cultivar los valores en la familia.


Cada miembro, según su edad y circunstancias personales seria un verdadero ejemplo, un líder, capaz de comprender y enseñar a los demás la importancia y la trascendencia que tiene para sus vidas la vivencia de los valores, los buenos hábitos, virtudes y costumbres.

Toda familia unida es feliz sin importar la posición económica, los valores no se compran, se viven y se otorgan como el regalo más preciado que podemos dar.


No existe la familia perfecta, pero sí aquellas que luchan y se esfuerzan por lograrlo.


la familia como institución educativa

Educación familiar carácter y contenido, orientación y adaptación.


La familia constituye el medio por el cual el sujeto en formación, el niño, recibe las primeras informaciones, aprende actitudes y modos de percibir la realidad, construyendo así los contextos significativos iniciales. La familia es un punto de partida arbitrario ya que es al que más fácilmente podemos acceder. Como parte integrante de la red social más amplia es portadora de un sistema de ideas, creencias, valores, actitudes que tamiza a través de su propia dinámica, de sus mitos y rituales.


De la familia la sociedad espera que sea capaz de enseñar a sus hijos a:


- Controlar sus impulsos para poder vivir en sociedad: el niño debe aprender a no tomar todo lo que se le antoja, a no ser agresivo con los compañeros, a compartir etcétera.


- Desempeñar determinados roles sociales tanto ocupacionales como de género o roles en las instituciones como el matrimonio o la paternidad.


- Adquirir un significado global de qué es lo que importa, qué es lo que se valora en su sociedad y cultura y para qué se tiene que vivir.


Para hacer realidad la educación de los hijos la familia cuenta con las siguientes condiciones:


- Los padres son responsables del cuidado de los hijos por derecho natural


- Los padres gozan de la ascendencia y autoridad que son precisas para educar


- Las relaciones padres-hijos están marcadas, en principio, por el amor y el respeto, requisitos esenciales de la relación educativa.


- La vida familiar proporciona múltiples situaciones para hacer efectiva la educación, ya que se trata de una vida de comunicación permanente.


- La acción combinada del padre y de la madre proporciona una educación integral de lo roles sexuales de la vida adulta.


A medida que se va formando la personalidad del niño, la familia ocasiona en él diversas posibilidades en cuanto a su autoestima, su autoimagen, autoafirmación y a su integración social. Ésto se consigue mediante dos distintos estilos educativos, como son:


- La sensibilidad de los padres hacia las necesidades del niño, la aceptación se su individualización y el afecto que le expresan.


- Tipo de disciplinas y estrategias de control utilizadas por los padres.


Mediante estos dos estilos de educación se pueden diferenciar estilos parentales y de socialización:


1) Diana Baumrind los distingue en función del grado de control de los padres hacia sus hijos:


1.1 Estilo autoritario: se valora sobre todo la obediencia y se limita y restringe el grado de autonomía.


1.2 Estilo permisivo: no se ejerce prácticamente ningún control con el grado máximo de autonomía


1.3 Estilo autoritativo: se encuentra en un punto intermedio, se controla a los hijos por medio de la razón más que por la imposición.


2) En función del grado de afecto y apoyo que demuestran los padres combinados con su control sobre los hijos se puede diferenciar entre:


2.1 Padres con alto grado de control sobre los hijos y con alto apoyo y aceptación.


2.2 Padres con alto grado de control y bajo apoyo.


2.3 Padres con bajo control sobre los hijos pero con alto grado de aceptación y apoyo.


2.4 Padres con escaso control sobre los hijos y con pocas muestras de aceptación y apoyo.


3) Musitu y García basándose en la implicación/ aceptación y la coerción/ imposición han establecido una tipología de estilos de socialización:


- Los padres con altos niveles de implicación/aceptación son aquellos que muestran su afecto y cariño hacia el niño cuando éste se comporta adecuadamente y si su comportamiento es incorrecto dialogan y razonan con su hijo sobre ello. Si el nivel implicación/aceptación es bajo, se muestran indiferentes ante la conducta de sus hijos.


- La coerción/imposición es una dimensión independiente del grado de implicación de los padres; cuando el hijo no se comporta de la manera que ellos consideran adecuada tratan de coaccionarle para que lo no vuelva a realizar esa conducta. Siguiendo esta línea de trabajo podemos distinguir cuatro líneas básicas de socialización:


3.1 Estilo autorizativo: se caracteriza por una alta implicación/ aceptación y alta coerción/imposición. Si el hijo se porta bien muestran agrado, trasmitiéndole que es aceptado y respetado; si por el contrario lo hace mal, combinan diálogo y razonamiento con la coerción física y verbal. Reconocen sus derechos especiales de adulto pero también los intereses y necesidades especiales del hijo.


3.2 Estilo indulgente: alta implicación/aceptación y baja coerción/imposición. Permiten al hijo regular sus propias actividades tanto como sea posible, ayudándole con explicaciones y razonamientos, pero evitando el control impositivo y coercitivo.


3.3 Estilo autoritario: baja implicación con sus hijos y poca aceptación como personas. Además son altamente coercitivos e impositivos. No son dialogantes, son muy exigentes y prestan poco apoyo a sus hijos.


3.4 Estilo negligente: escasa aceptación del hijo, poca implicación en su conducta y bajo nivel de coerción e imposición. Son indiferentes con la conducta del hijo tanto sea buena o mala, no dialogan, son poco afectivos y se implican poco en su educación.En resumen, las cualidades exigibles a la familia para una correcta labor educativa son:


- Relaciones afectivas positivas entre los padres.


- Amor hacia los hijos por parte de los padres, que supone su aceptación.


- Respeto a los derechos de los hijos en participar y decidir sobre su futuro.


- Equilibrio psíquico entre los padres que les haga plenamente conscientes y responsables de sus acciones.




La interacción familia-escuela

Cuando se investigan las interacciones que se dan en la actualidad entre los representantes de la escuela (docentes, directivos y orientadores) y los representantes del hogar del escolar se encuentran que éstas son escasas (Esté, 1986, 1994, 1996). Cada sistema funciona de manera aislada del otro. Las reuniones con los representantes cumplen la función de transmitir comunicaciones generalmente relacionadas con asuntos administrativos, o para solicitar la colaboración de lasfamilias para realizar algún evento. Casi siempre, es poco relevante la información que la escuela transmite a la familia acerca del niño y de su desenvolvimiento en el aula, así como de las expectativas que los docentes tienen en cuanto a la conducta del escolar, y la forma en que los representantes pueden colaborar con ellos para resolver los problemas de conducta y de rendimiento escolar.

Por lo general, cuando el representante es citado para entrevistarse con los maestros del niño, se discuten las dificultades de adaptación y de aprendizaje, responsabilizando a la familia para corregirlas.

A su vez, los padres culpan a los maestros de ser demasiado rígidos o poco preocupados por entender el comportamiento del hijo. Por otra parte, no pocas veces los padres ven a la escuela como una autoridad sustitutiva que debe corregir y disciplinar lo que la familia (o el representante) del niño no están en capacidad de hacer.

En estos casos, la escuela es sinónimo de punición y represión por parte de los representantes. Consistentemente, se originan patrones interactivos conflictivos que no aportan en realidad nada para resolver los problemas de ajuste del escolar.

Por otra parte, cuando coexisten estas situaciones junto a valores y actitudes distintas entre el hogar y la escuela, es el niño quien sufre las consecuencias de tales problemas, los cuales afectan su motivación, su autoestima, la capacidad de atención y concentración y, en general, su conducta interpersonal y su desarrollo socio-afectivo.

En un estudio realizado en Estados Unidos (1983) y replicado en Venezuela por Platone, Borges y Alvarado en 1985, se encontraron consistentemente los siguientes patrones interactivos entre el sistema educativo, el sistema familiar y los niños con dificultades de adaptación:

*· En la mayoría de los casos (90%), tanto los niños con buena adaptación escolar como los niños con desajustes, consideraban que cuando los representantes eran convocados a entrevista en la escuela, “algo andaba mal con ellos”. La situación venía percibida por los escolares como negativa para ellos y para los representantes.

* El niño no se sentía apoyado, comprendido y ayudado por ninguno de los adultos, tanto en el hogar como en la escuela.

*· El niño manifestaba confusión en cuanto a la conducta que se esperaba de él por parte de los docentes en la escuela y de sus padres en la casa.

* La reacción de los niños ante las reprimendas y los castigos por parte de los adultos era, en la mayoría de los casos, de terquedad y resistencia a las órdenes de la autoridad.

En cambio, estas conductas eran percibidas por el maestro y/o por los padres como limitaciones intelectuales del niño para realizar las tareas escolares.

En algunos casos, los niños derivan su frustración y agresividad hacia los compañeros; con frecuencia descargan su rabia contra los útiles, pupitres ú otros objetos del aula.

En otros, pueden atemorizarse y someterse, inhibiendo toda iniciativa y conducta asertiva y prosocial.

En la mayoría de los casos con problemas de adaptación se encontró poca supervisión adulta en cuanto al establecimiento de normas claras que tienen que ser cumplidas en el hogar y en la escuela.

Los maestros esperan en el aula un repertorio de conductas y normas básicas que, frecuentemente, el niño no posee.

La escuela, representada por el docente, parece no tener entre sus objetivos básicos el conocimiento del medio familiar y comunitario del niño para que exista cierta congruencia entre sus expectativas en cuanto a la conducta del niño y las destrezas que éste trae del hogar y de su comunidad.

Los miembros de la familia junto con los docentes deben estar comprometidos en el proceso de solución de los problemas inherentes al niño.

Para concluir, las interacciones entre la familia y la escuela necesitan intensificarse y asumir una calidad diferente a la actual si el propósito de la educación es hacer del niño un ciudadano responsable, democrático y comprometido con el desarrollo del país.

En la medida que la familia sea tomada en cuenta por la escuela y los maestros conozcan acerca del sistema familiar del escolar, de sus valores y preocupaciones, el niño tendrá mejores probabilidades de superar o nivelar su desempeño escolar.

A continuación, se desarrollan algunos lineamientos generales para el maestro como mediador entre el escolar, la escuela y la familia.